El aliso común (Alnus glutinosa) es un árbol caducifolio que pertenece a la familia de las betuláceas. Se distribuye por Europa, Asia y el norte de África, y se adapta bien a suelos húmedos y pobres. En este artículo, vamos a conocer las características, usos y curiosidades de esta especie forestal.
El aliso común puede alcanzar los 25 metros de altura, con un tronco recto y una corteza grisácea que se agrieta con la edad. Las hojas son simples, alternas, ovales y con el borde aserrado. Tienen un color verde oscuro por el haz y más claro por el envés, y se vuelven amarillas en otoño antes de caer. Las flores son unisexuales y se agrupan en amentos colgantes. Los amentos masculinos son alargados y de color rojizo, mientras que los femeninos son más cortos y verdes. La polinización es anemófila, es decir, por el viento. Los frutos son unas pequeñas nueces aladas que se disponen en conos leñosos llamados estróbilos.
El aliso común tiene una gran importancia ecológica, ya que es capaz de fijar el nitrógeno atmosférico gracias a la simbiosis con unas bacterias que viven en sus raíces. Esto le permite crecer en suelos pobres y enriquecerlos para otras especies. Además, sus raíces evitan la erosión de las riberas de los ríos y sus hojas sirven de alimento para muchos animales. El aliso común también tiene usos económicos, ya que su madera es ligera, blanda y resistente al agua. Se utiliza para fabricar muebles, instrumentos musicales, carbón vegetal y pasta de papel. También se aprovechan sus hojas, flores y corteza para fines medicinales, pues tienen propiedades astringentes, antiinflamatorias y cicatrizantes.
El aliso común es un árbol que merece ser conocido y valorado por su papel en el ecosistema y sus múltiples beneficios para el ser humano.
