De nombre científico hippeastrum, la amaryllis es una planta bulbosa perteneciente a la familia de Amarilidáceas que cuenta con una inmensa variedad. Su nombre proviene de la palabra griega Amarysso, que significa “brillar”.
Originarias de América central y del sur, hoy en día la mayoría de las plantas pertenecientes a este género son híbridas. Las amaryllis son mayormente utilizadas como plantas de interior, alrededor de todo el mundo, debido a su poca resistencia climática.
Características
Sus tallos pueden alcanzar más de dos pies de altura. Cuentan con unas hermosas flores, de forma simple o doble, las cuales ofrecen una vasta diversidad de pigmentaciones que van desde el rojo, pasando por el naranja, amarillo y rosa, hasta el más puro blanco.
Varían no sólo en color, sino también en tamaño, con una longitud que alcanza de las 4 hasta las 10 pulgadas, y poseen una forma abierta, como de trompeta. Además, los pétalos de sus flores son comparados con el terciopelo por su particular suavidad.
Clima
No soportan bien el frío, por esta razón suelen mantenerse dentro de casa, en especial durante el invierno; cualquier helada, por insignificante que pueda parecer, puede acabar con la vida de la planta. La temperatura ideal para una amaryllis sería entorno a los 20 grados centígrados.
Puede abonarse durante los meses de verano y otoño, esto con el fin de que adquieran nutrientes suficientes para soportar mejor la baja de temperatura invernal. Sin embargo, no es recomendable ubicarla cerca de fuentes de calor, como radiadores, para prevenir que se sequen.
Cultivo
La manera más común, rápida y eficaz de cultivar esta especie es mediante la plantación de bulbos. A través de las semillas pueden tardar hasta seis años en alcanzar la madurez y la floración.
Los bulbos de amaryllis deben ser plantados sin que la parte superior del bulbo quede oculta por la tierra. Su época de plantación es desde diciembre hasta marzo, y crecen mejor en contenedores estrechos que posean un buen drenaje.
Riego
Es importante el mantenimiento de un sustrato húmedo, pero procurando la evitación del encharcamiento para que no se pudra el bulbo. Una buena iluminación, sin tener exposición directa al sol, además de evitar las corrientes de aire, ayuda a mantener la humedad del terreno.
A medida que la planta crece puede necesitar ser regada con más frecuencia, para facilitar su floración. Además de la temporada estacional; aproximadamente dos o tres veces por semana durante los meses cálidos, y reduciendo el riego a una vez por semana en el invierno.
Diversidad de colores
Estas flores aterciopeladas son bien conocidas por su variedad y atractivo visual. A pesar de que los colores más comunes encontrados en sus pétalos son el rojo y el blanco, existen incluso llamativas combinaciones de estos dos en el mismo ejemplar.
Entre tantas opciones para escoger, la amaryllis de color rosa, también conocida como azucena rosa, es una de las preferidas por su armonía y feminidad. Mientras tanto, el color blanco es escogido por su sencillez para espacios neutros.